jueves, 20 de septiembre de 2007
El poder curativo de las flores; ciencia o engaño
Hace miles de años, cuando medicamentos como las aspirinas, la penicilina o los antibióticos no existían, los médicos preparaban sus remedios con plantas y flores. La utilización de flores con fines terapéuticos se remonta a tradiciones ancestrales como la inca, la china, la taoísta, la celta o la hindú, que en muchos casos todavía se practican. En Australia, los aborígenes siguen hoy recogiendo el rocío que se acumula en las flores al amanecer.
Adentrándonos en la cultura occidental, descubrimos que en el siglo XVI Paracelso utilizaba las esencias florales para tratar determinados desequilibrios emocionales de sus pacientes. Tres siglos más tarde, en el XIX, el filósofo Rudolf Steiner fundaría la teoría antroposófica, que buscaba elaborar una comprensión global del hombre y del mundo, desarrollando un camino “espiritual” o “cognitivo” complementario al aportado por las ciencias naturales. Las teorías de Steiner derivaron en la llamada medicina antropofísica, que engloba métodos un tanto de moda hoy en día, como la terapia artística (modelado y pintura), la musicoterapia o la terapia de la palabra.
La combinación de las medicinas tradicionales de otras culturas con las teorías filosóficas mencionadas han dado lugar a lo que en la actualidad se conoce como terapia floral, un conjunto de prácticas bastante poco sistematizadas relacionadas normalmente con principios homeopáticos y que utilizan las esencias de flores como método de curación de síntomas de todo tipo, principalmente relacionados con todo tipo de dificultades emocionales, como inseguridad, miedo, angustia o depresión.
Las flores de Bach
La terapia floral más conocida es la de las llamadas flores de Bach, desarrollada a principios del siglo XX por el doctor inglés Edward Bach. Su hipótesis de que las enfermedades físicas tienen un origen emocional, se forjó tras la observación de cientos de pacientes. Se dio cuenta de que los pacientes que tenían la misma enfermedad se comportaban de manera muy parecida en todo lo relacionado con la forma de hablar, la postura y los gestos, es decir, con la expresión de su estado anímico hacia el exterior. Así intuyó que gran parte de las patologías que presentaban estos pacientes tenían gran vinculación con su personalidad.
Tras este hallazgo, Bach comenzó a investigar el origen de las enfermedades dando preponderancia a las causas de los síntomas por encima de los síntomas mismos y centrándose en uno de los campos más descuidados por la medicina moderna; las emociones. De esta manera, el doctor Bach rompió con el concepto de medicina basada en las relaciones causa-efecto imperante desde el Renacimiento, interesándose más por descubrir la raíz de los conflictos a nivel emocional como método para curar las enfermedades.
Bach desarrolló un método basado en el uso de capullos de flores del campo, agua pura y sol para la fabricación de esencias que actuaran como defensa ante las enfermedades. Durante toda su vida, logró reunir 38 esencias, las 38 Flores de Bach, que según los seguidores de este método no actúan de forma directa en alteraciones físicas sino en síntomas emocionales.
La lista de flores con supuestas propiedades curativas se ha ido ampliando hasta unas tres mil en la actualidad. Entre las originales se cuentan el pino, el olivo, la madreselva, la violeta o el escaramujo. Algunos de los problemas tratados con ellas van desde los temores, la incertidumbre y la soledad hasta el pesimismo o el agotamiento, pues existe una esencia recomendada para casi cada estado de ánimo.
Cómo elaborar las esencias florales
Dos son los métodos oficiales de elaboración de esencias; la exposición al sol o el hervor. En el primer caso, las flores o capullos recogidos del campo se dejan flotar en un cuenco de cristal lleno de agua, que debe ser agua mineral de manantial. Según Bach, la exposición al sol durante tres o cuatro horas de esta mezcla transmitirá la vibración de las flores al agua. La segunda parte del proceso consiste en retirar las flores y completar el líquido con una cantidad igual de brandy, que evita la putrefacción del agua debido al alcohol que contiene.
El método del hervor consiste en cocer las flores durante media hora en agua mineral. Con el resultado se realiza el mismo proceso que en el caso anterior, es decir, se filtra el líquido para retirar las flores y se añade el brandy.
Hoy en día casi todos los países tienen sistemas de esencias propios elaborados con la flora local. Los más populares son las Orquídeas Europeas, las Esencias de Australia, las Flores de Desierto (sistema originario de Chile) o las Flores de Saint Germain.
Valor científico
Científicamente, el valor terapéutico la terapia floral es discutido, pues los preparados florales carecen de principios farmacológicamente activos y por lo tanto de efectos fisiológicos u orgánicos. No poseen elementos químicos, por ello, tampoco tienen efectos secundarios y hasta cierto punto no existe riesgo en su utilización.
No existen ensayos con datos rigurosamente obtenidos según el método científico que aporten evidencia clínica de que los remedios florales tengan un resultado terapéutico efectivo más allá del efecto placebo; es decir, de que los síntomas del paciente mejoren aparentemente simplemente porque el enfermo espera o cree que la terapia floral está funcionando.
La postura de la OMS
La Organización Mundial de la Salud, por su parte, señala que mientras en los países en vías de desarrollo las terapias florales son de uso frecuente, también en los países desarrollados se están extendiendo rápidamente este tipo de prácticas. Esto se debe a la preocupación creciente sobre los efectos adversos de los fármacos, y al mayor acceso a la información sanitaria. Una mejor preparación del público genera un cuestionamiento de los métodos usuales y una búsqueda de alternativas.
Paradójicamente, esta mayor demanda no va acompañada por un aumento en la cantidad, la calidad y la accesibilidad de evidencias clínicas para respaldar las afirmaciones sobre la seguridad, la eficacia y la calidad de los productos y las prácticas en las terapias florales y otras medicinas alternativas.
La posición oficial de la OMS es el apoyo de este tipo de terapias, siempre que han demostrado su utilidad para el paciente y representan un riesgo mínimo. Por ello, su labor se centra en varios ámbitos; elaborando guías y estudios, difundiendo normas y estándares, facilitando su integración en los sistemas de salud nacionales y defendiendo su uso racional basado en evidencias.
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ensayo
jueves, 13 de septiembre de 2007
Miedo
Miedo a ser rechazado. Y necesidad física, animal, de no serlo. De amar durante un minuto ebrio y nublado, difícil de recordar después.
Y a la mañana siguiente, miedo a despertar, y no saber su nombre. Miedo a que él te pregunte el tuyo, a dejar tu número de teléfono encima de su mesa, para que luego no te llame.
Y después, miedo a volver a encontrártelo y no saber qué decir. Y no gustarle más. Miedo a no volver a encontrártelo nunca.
Tan sólo tu pañuelo. Ahora, tendrás que confiar en la suerte. Mientras sigues teniendo miedo.
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prosa
lunes, 10 de septiembre de 2007
Coincidencia
- Oye, es una casualidad que hayamos coincidido en el mismo instante espacio-temporal.
- De eso nada, llevaba una eternidad planeándolo.
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prosa
jueves, 6 de septiembre de 2007
Tarde
Es tarde.
No me importa.
Y un bostezo se oye, tomando
la oportunidad ofrecida por el silencio
de la tarde.
Es tarde.
No me importa.
Es tarde.
La oportunidad da paso al desconcierto.
No me importa. Bueno, si me importa.
Es tarde.
Tardan las ventanas en abrirse
y tardan las heridas en cerrarse.
Es tarde.
No me importa que la luz de tu estudio
esté aún encendida.
Estás con alguien.
Es tarde.
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poesía
domingo, 2 de septiembre de 2007
Insomnia
Alguien ronca tras la pared. Es un ronquido regular, constante. No me deja dormir. Lleva ahí más de dos horas.
Imagino su cara, la boca abierta, el hilo de saliva abriéndose camino hacia la almohada, y siento envidia. Porque se encuentra en un lugar al que yo no podré llegar esta noche. No hasta que el primer rayo de sol asome, y para eso faltan todavía muchas horas. No quiero pensar cuántas. Me dan ganas de taparle el rostro con la almohada... y apretar. Que se calle. Ya. Que no me torture más con su sueño.
Que me deje en paz.
Yo también quiero dormir.
Examino con un perfeccionismo casual todas las razones que podrían impedirme hacerlo, y no encuentro ninguna. Vuelvo a repasar la lista vacía mientras cambio de postura. Nada.
Y mientras doy una nueva vuelta, sigo escuchando la cadencia de ese ronquido, que me parece infinita.
Con una mano en el interruptor, enciendo y apago la luz varias veces. Observo las sombras en la pared. Y escucho el silencio de la noche, invadido por el ladrón de sueños.
Tomo otra pastilla. Quizá me ayude a encontrar una razón para dormir, ya que no encuentro ninguna para no hacerlo. Doy la vuelta a la almohada y cierro los ojos. Escucho.
Parece que el ladrón se ha marchado. Ya ha robado todos los sueños de mi edificio. Ya los ha expulsado todos por esa boca grande y negra como el fin del mundo.
Abro los ojos. Miro a mi alrededor pero no veo nada. Pienso. No pienso. Trago con esfuerzo. Cierro los ojos.
..................................
Alargo mi mano y en la oscuridad de la noche, te toco. Sé que no estás ahí, pero con los ojos cerrados te siento desnuda, hermosa.
Sientes mi mano y tu piel se eriza. Puedo incluso distinguir un pequeño movimiento de tus piernas. Oigo un roce contra la sábana. Y un gemido sordo, ahogado en la oscuridad que nos protege.
No quiero abrir los ojos. Tengo miedo de que desaparezcas. No quiero dormir. Sé que esta noche no soñaré contigo.
Te acercas a mí. Sólo un poco. Buscas mi calor y tu aliento hace fluir mi sangre hacia un lugar secreto. Lo notas, y sin despertarte, me tocas.
Ahora no quiero despertar de este sueño despierto. Si consigo mantenerte así, sin respirar, durará siempre.
Acerco mi mano a tu seno y lo acaricio. Sé que te gusta, porque tu corazón empieza a latir más fuerte y tu respiración se acelera. Adoro tu seno perfecto. Adoro las curvas de tus piernas, que consiguen estremecerme cuando rodean mi cintura. Te adoro, toda tú.
Y adoro esa mano que me toca y se mueve al compás de mi respiración, cada vez más rápida. Tu pelo me hace cosquillas en el cuello. Tus uñas arañan mi espalda.
Y mis flujos se dirigen todos hacia ti, mi diosa, mi amor. Te mueves cada vez más rápido, apretándote contra mí, y yo... yo me ahogo en un gemido largo y profundo...
Abro los ojos. Noto mi mano húmeda en esta oscuridad que me envuelve pero no consigue retenerte. Tu recuerdo se aleja. Sólo por esta noche. Mañana, volverás otra vez a mi lado. Yo, al menos, te llamaré.
Cierro los ojos y siento llegar la luz de la madrugada mientras mi cuerpo, pesado, se rinde por fin al sueño.
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prosa