lunes, 29 de diciembre de 2008

Atacama II


Envidio los colores de tu tierra,
pasto inerte, pampa salitrera,
vasto océano de arena.

Envidio la risa de tus niños,
serena y clara,
los nombres de tus pueblos.

Envidio tu pelo negro,
tu garganta infinita,
la simpleza de tus gestos.

Así es como te envidio,
Atacama,
aunque no tengas árboles,
ni ríos,
ni selvas,
ni rascacielos,
no más lengua azul, chancho, palta,
en tierra seca.

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