martes, 16 de junio de 2009

Retrato de los besos verdes


PRELUDIO

Plumas de árbol dormido en el jardín de tu casa,
una provocación
diluída en una mirada de soslayo,
pundonor
en la puerta de entrada.
Suena el timbre.
Matar o morir.
...

Besos verdes beberé
si un día de tu boca
el indigno placer me concedes
de besarlos.
Besos verdes pienso mientras tanto.

PRESENTACIÓN

La puerta se abre, se cierra de un golpe una ventana.
En el recibidor
una figura
corta la noche.
El aire se para.
Morir.

...

Besos cientos sofocados,
muerte lenta del verano.
Verdes besos pienso mientras tanto.

NUDO

La figura se aleja, diluida en la penumbra.
La sombra de su olor
permanece en la estancia.
Como único recuerdo.
Besos.
...

Besos verdes beberé
besos de alcohol trasnochado.
Besos verdes pienso mientras tanto.

DESENLACE

La verja del jardín se ha cerrado.
Los jazmines
se marchitan echándote de menos.
La calle no respira.
Lejos.
...

Besos verdes olvidados.
Besos cientos apagados,
perdidos en los excesos
de besos
sin ser besados.



miércoles, 10 de junio de 2009

No hubo más



No hubo más.
No hubo más después de aquella noche.
Ni ladridos ni sirenas
de ambulancias
en esa calle muda
que se acuerda de ti,
vacía de propósitos e intenciones.
No hubo más noches.
Solo hubo una palabra,
más incómoda aún que una verdad
a medias.
Y el silencio se comió tu sombra.

martes, 9 de junio de 2009

Pretendía la perfecta simbiosis



Pretendía la perfecta simbiosis.
Lo era, era perfecta.
Bacteria de estómago
de parásito elegiste ocupar la forma,
pandemia de vida.
Tu voluntad era la nuestra.
Siempre en eso consistía
excepto
cuando mis intenciones se interponen
en nuestras
o más bien tus
ocurrencias.

Cuando ese eco sin nombre
vino a visitarme un día
tú estabas haciendo otras cosas
así que te pilló por sorpresa
y resultó que ya te habías ido.
No obstante el racimo de la uva
en vino nuevamente se transformó
y mi voluntad fue
una vez más, un poco
menos,
como es costumbre.

Esta vez hiciste igualmente
lo que querías
y yo, no hice
nada
anulada en la balanza
entre el rechazo a complacerte
y la afirmación de mí misma.

Ninguno quién eres advertía
embaucadora
que la hiedra entre las manos
sujetas
y la hiedra al muro
a su vez
se aferra
y la hiedra
eres tú.
Hiedra trepadora.

Sin aparente sorpresa
observas
la balanza que muestra
en un lado
lo esperado
en el otro
lo posible
y al final
lo innecesario.